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BOLIVIA
Confeccionistas se reparten entre abrigos y trajes de bioseguridad

 

Al menos 25 de las 150 microempresas afiliadas a Cámara de la Pequeña Industria y Artesanía (Cadepia) prefieren seguir con la confección de trajes de bioseguridad, de gran demanda con la pandemia del coronavirus.

 

Confeccionistas se reparten entre abrigos y trajes de bioseguridad

Experiencia BCP

LOS TIEMPOS MONITOREO

Se impone el invierno. Es la época en que repunta la producción y venta de la ropa que abriga. Pero… ¡sorpresa! Al menos 25 de las 150 microempresas afiliadas a Cámara de la Pequeña Industria y Artesanía (Cadepia) prefieren seguir con la confección de trajes de bioseguridad, de gran demanda con la pandemia del coronavirus. 

Y no es que en los mercados falten abrigos, pero es un espacio que se dejó para comerciantes procedentes de otros departamentos. La presidenta de Cadepia, Luz Mary Zelaya, informó que la mayoría de sus afiliados confeccionistas migró porque vio una mejor oportunidad en los trajes de bioseguridad. 

“Ellos han buscado la forma de sobrevivir. La necesidad les ha hecho buscar alternativas y cambiar de rubro y generar recursos para poder sustentar a su familia, pagar créditos y sobrevivir a la nueva crisis que estamos viviendo”, dijo Zelaya. 

Otros microempresarios se reparten en ambos rubros. La productora María Tola, por ejemplo, combina la confección de ropa de abrigo con la de trajes de bioseguridad. Es especialista en la producción que chompas, mantas, buzos y calzas, que vende por mayor y menor en el mercado La Paz. 

Ella comenzó a confeccionar trajes de bioseguridad en marzo, por sugerencia de su hermano, quien percibió la demanda del mercado. Desde ese entonces, su puesto está surtido con ropa de abrigo y trajes de bioseguridad. 

Otras productoras de chompas y buzos se han mantenido en el rubro. Es el caso de Giovana Alanoca, quien explicó que sólo en la temporada de invierno ella y su familia se dedican a fabricar buzos para varones. 

Sólo en esta temporada hay demanda y por eso producimos”, dijo, aunque lamentó que la tela de sus prendas comenzó a escasear, debido a las restricciones de la cuarentena. 

En cambio, la comerciante María Belén Solares, que ofrece sus prendas en San Antonio, explicó que la mayor cantidad de ropa de abrigo llega de La Paz, cuyos confeccionistas son especialistas en la elaboración de chamarras, camperas y chompas de telas muy abrigadas. “Siempre compran. La gente ya conoce que es de calidad y tiene un buen precio”, indicó. 

Los mercados de la ciudad también subieron la venta de frazadas, mantas, guantes, chalinas y otros para combatir las bajas temperaturas. 

Migrantes 

Ana María Centellas, propietaria de Confecciones Gasich, dejó de lado la fabricación de overoles de trabajo y ropa de chef para dedicarse a trajes de bioseguridad. En su caso, fueron médicos que le demandaron esas nuevas prendas. 

La empresa Job Jeans de Juli Berrios se dedicaba antes a la confección de jeans, pero desde principio de año sus ventas cayeron y el negocio estaba en una difícil situación. Con la pandemia, la microempresa vio una oportunidad y comenzó a elaborar mamelucos y barbijos. Sus productos fueron aceptados y demandados desde el primer momento. 

Gracias a esa aceptación, Job Jeans mantuvo a sus 35 empleados, que ahora son insuficientes para cubrir la demanda. Sandra Cosme Cruz, de Confecciones Harold, dice que antes producía poleras y trajes deportivos, pero sus familiares en el exterior le advirtieron de la demanda de estos implementos y le sugirieron confeccionarlos. 

“Hemos generado trabajo. Es una muestra clara de que sí se puede superar la crisis y generar recursos”, dice. Cosme indicó que más de 2 mil costureros de la zona se han volcado por completo a la confección de trajes de bioseguridad. 

25 microempresas cochabambinas prefieren ahora elaborar los trajes de bioseguridad en lugar de la ropa tradicional. 

Trabajo para 10mil familias

En el departamento hay más de 10 mil personas que se dedican a la confección de ropa, un sector que siempre estuvo en riesgo por la competencia del contrabando, la ropa usada y la ropa china. 

De esa cifra, 6 mil son talleristas de pequeños empresas, que en su mayoría se encuentran en la zona sur de la ciudad. 

La mayoría de los costureros son mujeres jóvenes que llegan de Oruro y La Paz. “Muchos estamos en la clandestinidad, porque la ley nos asfixia en las obligaciones salariales”, enfatizó la presidenta de Cadepia, Luz Mary Zelaya, a la revista Libre Empresa en 2019.

Publicado el Viernes, 5 de Junio de 2020

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