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La inflación se dispara, las tasas bajan y la Bolsa celebra

 

¿Qué hará la Fed? reunirse, como estaba previsto, martes y miércoles.

 

La inflación se dispara, las tasas bajan y la Bolsa celebra

Experiencia BCP

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Son excesos que se manifiestan antes de las fiestas pero se van a prolongar, por lo menos, hasta bien entrado el año próximo. La inflación al consumidor escaló 6,8% interanual en noviembre, un récord de 39 años. ¿Qué hará la Fed? Reunirse, como estaba previsto, martes y miércoles. ¿Llegó la hora de ponerse agresiva? Su presidente, Jay Powell, que la vio venir, le avisó ya al Congreso que la inflación no es transitoria, y a los mercados, que acelerará la poda de la compra de bonos. Se acaba a fin de marzo es su mensaje. Apurar un taper anunciado no es hostilidad, es reducir más rápido la oferta de liquidez extra. ¿Y el aumento de las tasas de interés? Esta semana, ocurrió sólo en la periferia, en Brasil, Polonia y Perú. En los confines del sistema internacional se trabaja a destajo; en su centro, lo intenso es el debate (aunque la inflación en ascenso rápido irradia desde allí a los arrabales). Cinco bancos centrales de las ligas mayores sesionarán en los próximos días. Es muy probable que Noruega ejecute su segundo retoque de tasas. El Banco de Inglaterra tenía todos los boletos, era casi una fija en noviembre, pero sorprendió y faltó a la cita. Y ahora el covid se antepuso, Boris Johnson mandó a la gente a trabajar desde sus casas, y la suba potencial se desdibujó aún más. Por último, ni Japón ni el BCE ni la Fed piensan en recurrir al expediente.

Que conste: la inflación minorista más alta desde 1982 no urge a Powell & Compañía. ¿Y qué dicen los otrora irascibles “bond vigilantes” que más de una vez forzaron a un banco central remiso a meterse en el barro? En pocas palabras, que dejen todo como está, que así está bien. Los bonos son los únicos que no dudan de que la inflación es transitoria. O, con más precisión, temporaria. ¿Que el dato anualizado de noviembre supere 10% no los inquieta? No. Se conoció, y las tasas largas cayeron con ganas. La prueba está servida sobre la mesa. La tasa a 10 años es 1,49% anual (al ritmo actual, la inflación la devora en dos meses). Que nadie crea entonces que es el imperio de la Fed. Los bonos mandan. La política económica procíclica se apalanca sobre sus expectativas de inflación férreamente ancladas. Está bien, los bonos saben que el pico de los precios de la energía se desinfló y traerá alivio en las cifras de diciembre. Aun así, la velocidad de crucero de la inflación minorista no es inferior a 6%. Triplica la meta oficial. La conclusión es obvia. No importa que la inflación sea la más elevada desde los tiempos en los que Paul Volcker debió usar el matafuego y provocó dos recesiones en tres años para dominarla. Que Powell diga una cosa u otra se digiere bien. Ómicron se combate con el comodín de más dosis de Pfizer. Pero subsiste un enorme talón de Aquiles. Toda la arquitectura financiera, la babel que crece hasta el cielo sin fatiga, necesita sí o sí que los bonos no cambien de opinión.

Mientras sea así, Powell tiene tiempo para doblar el volante de la política monetaria con suavidad, sin verse obligado a tomar curvas cerradas sobre la marcha, lo que a grandes velocidades atenúa sustancialmente el riesgo de accidentes. El nuevo enfoque de la política monetaria no es preventivo. Corre de atrás sin que los bonos lo apuren. La economía se beneficia. Se discute la inflación pero no la recuperación. Nadie objeta la realidad de un crecimiento vigoroso (aunque, en el bache del tercer trimestre, la moda fue hablar de estancamiento con inflación). El mercado laboral precisa ese tiempo para restaurar la oferta de trabajo. En paralelo, con once millones de búsquedas abiertas y 6,9 millones de desocupados, los pedidos iniciales de subsidios de desempleo bajaron a un mínimo de 52 años. La Bolsa agradece la parte que le toca. La inflación se dispara pero ya bajará más adelante. En cambio, las tasas de interés bajan ahora, de contado. Y por primera vez, también las tasas cortas. No ejercen presión adicional sobre la Fed. Antes y después del 6,8% la primera suba de tasas está “agendada” para mayo. Hay que verlo para creerlo. Y hay que sacudir las ramas para convencerse. Es lo que pasó. Otra ola de delta, una nueva cepa ultra-contagiosa, la inflación que se sale de la vaina, la Fed que eleva el tono de voz. Y al final, lo que no mata, fortalece. A pesar de los contratiempos, la Bolsa cruzó el Rubicón. Es tiempo de excesos y de recompensas. Sin demoras, el mismo día que amaneció con la inflación de 6,8%, el S&P 500 estampó un nuevo máximo, el número 67 en 2021. Veni, vidi, vici.

Publicado el Martes, 14 de Diciembre de 2021

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