ECONOMíA HOLANDA
Economía rosquilla: la apuesta de la ciudad de Ámsterdam

EL PAIS

En la segunda semana del mes de abril la ciudad de Ámsterdam, capital de los Países Bajos, aprobó oficialmente la estrategia “Ámsterdam circular 2020-2025”. 

Con ella el gobierno de la ciudad busca poner en marcha una estrategia alternativa, como respuesta a la debacle que ha generado la pandemia del coronavirus. 

“Estamos viendo nuestra economía de una manera completamente diferente: cómo producimos, procesamos y consumimos”, dice el comunicado del municipio. 

Este conjunto de políticas que la ciudad holandesa implementará se sostiene en un enfoque teórico que en los últimos años ha adquirido una relevancia inusitada: “La economía rosquilla”. 

Este replanteamiento de la economía ha sido concebido por la reconocida economista inglesa Kate Raworth, quien cuestiona la lógica del crecimiento infinito. En contraposición, plantea una lógica circular en la que las personas cubren sus necesidades sin poner en peligro el medioambiente. 

El desafío de Ámsterdam frente a la pandemia 

Es un hecho que la propagación del coronavirus conllevará profundas consecuencias para la economía mundial, aunque cada país tendrá sus particularidades. Se espera que los Países Bajos ese pequeño Estado al norte de Europa caerá en una crisis profunda que, solo en términos laborales, dejará a más del 10% de su población activa sin empleo. 

En este contexto, lo interesante es el camino que ha elegido su ciudad capital. Ámsterdam, una urbe con más de 800 mil habitantes (y un área metropolitana con más de 2 millones), ha decidido no solo prepararse para la crisis económica, sino que lo hace modificando radicalmente el enfoque de su economía: se plantea como objetivo que esta adquiera una dinámica totalmente circular para el año 2050. 

“En una economía circular, el valor de las materias primas se retiene tanto como sea posible durante el ciclo de vida de un producto, desde el diseño hasta la eliminación,” señala el plan de la ciudad. 

Para ello se ha establecido la incorporación de los siguientes principios a la vida de la ciudad: (re)chazar, (re)considerar, reducir el consumo de nuevos productos; (re)usar, (re)parar, (re)fabricar productos que ya están en utilización y (re)utilizar, (re)ciclar y (recuperar productos desechados. 

Los principios de una “economía rosquilla” 

La circularidad económica es la base del enfoque planteado por Kate Raworth en su libro: “Economía rosquilla: siete maneras de pensar la economía del siglo XXI”. Sin embargo, su planteamiento va más allá e implica una crítica de fondo a las formas de vida de las sociedades de consumo del presente. 

El modelo de la economía rosquilla es sencillo e implica un suelo social y un techo ambiental. El “suelo” representa un conjunto de bienes y servicios (agua, alimento salud, educación, renta y trabajo, paz y justicia, participación política, igualdad de género, etc.) a los cuales todo ser humano debería tener acceso. 

Mientras que el “techo” está representado por nueve dimensiones ambientales: la destrucción de la capa de ozono, cambio climático, acidificación de los océanos, pérdida de biodiversidad, etc.; y que se convierte en el límite que toda actividad económica debería tener. 

El espacio que existe entre el “piso” y el “techo” es aquel que se considera admisible para poder prosperar y mejorar las condiciones materiales de la sociedad. En ningún caso dicha prosperidad debería rebasar alguno de esos límites. 

Una crítica a los supuestos de la economía tradicional 

Kate Raworth cuestiona los postulados de la economía neoclásica y es tajante en la necesidad de reconsiderar las metáforas sobre las cuales se erigen nuestras sociedades. Es necesario, plantea la economista, modificar “la obsesión por un crecimiento interminable”, no se puede ir siempre hacia adelante o hacia arriba. También realiza una profunda crítica a la idea económica de “externalidad negativa”, catalogando ese tipo de efectos como consecuencias endógenas del sistema económico.