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El ladrón de bancos que pidió perdón a Ana Botín: Representas a todas mis víctimas

 

 

El ladrón de bancos que pidió perdón a Ana Botín: Representas a todas mis víctimas

Experiencia BCP

EL CONFIDENCIAL

Julio es un histórico atracador de bancos. Las fuerzas de seguridad le conocen desde hace muchos años, cuando aún era adicto a la heroína y asaltaba entidades para sufragarse los pinchazos. Ahora tiene 53 y casi la mitad los ha pasado en prisión por ir encadenando atracos, sobre todo a sucursales del Santander.Era su objetivo favorito, porque era el banco más grande, un dato que le suavizaba la conciencia.

Salió en 2012, se echó una novia, se trasladó con ella a una ciudad de Guipúzcoa y casi rehace su vida. La chica le dejó y el hombre se vio en una población desconocida, sin contactos ni amigos de los que tirar y con un orgullo demasiado grueso que le impidió solicitar ayuda a su familia. Retomó la única actividad que sabía hacer bien, la de entrar en un banco pistola en mano y robar lo que hubiera en ese momento en la caja. 

Lo había hecho ya tantas veces que se lo sabía de memoria. Era como montar en bici. Aunque haya pasado mucho tiempo, siempre sabes cómo hacerlo. Así lo pensó. Sin embargo, la destreza ya no era la misma. Le pillaron y le devolvieron a la cárcel, la casa donde había pasado más noches de su vida. Ahí permanecerá al menos hasta 2025 para cumplir su condena. Entre rejas, sin embargo, trata ahora de rehacer su torcida existencia. Entiende que su último episodio delictivo fue la gota que colmó su particular vaso y que tiene que cambiar para retomar el contacto con su exmujer, sus hijos y sus nietas, porque tiene dos nietas en las que piensa constantemente.

Está convencido de que quiere reorientarse, dejar atrás su anterior vida, por llamarla de algún modo, y abrazar un camino honrado fuera de prisión. Por eso lleva meses apuntándose a todas las iniciativas dirigidas hacia el bien con las que se topa entre rejas. Se ha convertido en un preso de confianza, se matricula en cursos de formación profesional, participa en todos los programas de reinserción que se ofrecen y forma parte de un grupo de justicia restaurativa que imparten especialistas independientes bajo la autorización de Instituciones Penitenciarias.

Es en el marco de este último proyecto donde ha encontrado más fuerza para construir su nueva vida. Una de las iniciativas que contempla esta justicia restaurativa, según explica una de las mediadoras independientes, Virginia Domingo, es la de que el interno pida perdón a sus víctimas o al menos realice un acto de arrepentimiento que le haga consciente de lo que ha hecho y le sirva de motor para tomar un nuevo camino. En ese contexto, el histórico atracador decidió escribir una carta a las personas a las que había robado, a esos cajeros del banco, a quienes estaban trabajando en las ventanillas de las entidades financieras cuando él entraba y les encañonaba.

Domingo y los expertos del programa se pusieron entonces manos a la obra. Le ayudaron en la redacción y en los envíos. Mandaron misivas a varias víctimas (había muchas donde elegir). En sus escritos, el hombre les pedía perdón y les solicitaba una entrevista de reconciliación. Él necesitaba entender cómo se sentían esas personas a las que había apuntado con su pistola, a las que había intimidado, explica Domingo. Sin embargo, nadie contestó a las cartas del arrepentido, que tuvo entonces una audaz idea para desatascar el callejón sin salida.

Un día del pasado julio, de su puño y letra, como había hecho con el resto de escritos, redactó una nueva carta que esta vez tenía un destinatario muy diferente. El recluso le escribió directamente a la presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, con la esperanza de que ella respondiera. En el texto, el preso le explicó a la banquera toda su historia y su intención de restituir en la medida de sus posibilidades el daño que había hecho a las personas que habían sido víctimas de sus atracos. La misiva llegó a la Ciudad Financiera y el servicio de reparto la trasladó hasta el despacho de la presidentBotín leyó personalmente la carta, cogió su ordenador y escribió un correo electrónico de respuesta a Instituciones Penitenciarias con copia a Recursos Humanos. Contestó al interno que le pondría en contacto con alguna de sus víctimas y así fue. Sus asesores localizaron a varias de estas personas y una de ellas accedió a mantener la entrevista con el atracador, un encuentro que tuvo lugar el pasado viernes. Era un hombre de 45 años que hacía seis sufrió el último asalto del histórico ladrón de bancos. Él era el cajero de la sucursal que el atracador elegió, aunque en ese momento iniciaba sus vacaciones.

Había quedado con un compañero para tomar un café en su primer día libre y entró al banco a esperarle mientras este terminaba de atender a unos clientes. Cuando estaba en la caja junto a su colega, sin embargo, entraron dos hombres empuñando un arma de fuego. Les apuntaron y les pidieron todo el dinero que había en la caja en ese momento. Luego se fueron sin causar ningún daño físico. Sí psicológico.

El compañero con quien el cajero había quedado para tomar algo no quiso atender la invitación del interno. Estaba aún afectado por lo que había ocurrido media docena de años atrás. Él, sin embargo, no tuvo problema en aceptar el inusual ofrecimiento. Recordaba que los dos asaltantes habían sido muy educados dentro de la situación de tensión que en ese momento vivió, que se acordaba de todo porque él ese día libraba y se puso a hacer cosas en el ordenador mientras esperaba a un colega y que durante el juicio lo vio como una persona débil y que incluso le consoló.

"Ánimo, chaval"

"Ánimo, chaval", le dijo para despedirse tras su declaración, unas palabras que el propio recluso aún tenía en su cabeza cuando Virginia Domingo le informó sobre quién había aceptado la llamada. Recordaba perfectamente quién era ese hombre al que había apuntado con la pistola, que tan bien se había portado con él en la vista oral y que había accedido a mantener la entrevista, un encuentro que a causa de la pandemia tuvo que celebrarse on line, pero que se tornó en un verdadero éxito para ambas partes, según la propia mediadora, en los apenas 40 minutos que duró.

El recluso le contó su historia, le confesó que había sido adicto a la heroína, que tuvo un problema de amor y que luego recayó. "No se justificó, solo contó lo que le había pasado", explica Domingo. El preso le agradeció que le hubiera tratado tan bien durante el juicio y le informó de que el arma que portaba era la misma que había llevado en el resto de atracos, pero que —también como en los anteriores robos— la llevaba descargada. Se dio cuenta ahí de que ese era un dato que él y su colega de atracos conocían, pero que los empleados de las entidades financieras no sabían.

"Para mí, tu representas a todas las víctimas que he atracado", le confesó el caco arrepentido, que entendía que muchos no aceptaran la invitación, pero que se mostró muy contento de que al menos uno sí lo hiciera. La víctima, que ahora dirigía una sucursal, le animó de nuevo a seguir la senda del bien. "No me puedo creer que hayas pasado 20 años en prisión", le confesó. Cuando el delincuente le preguntó a su víctima qué podía hacer para reparar el daño, esta respondió que no quería nada para él mismo, sino para el propio atracador. "Solo quiero que sigas por el camino que has iniciado; a ver si consigues un buen curro que te dé tranquilidad para disfrutar de tus nietas", le deseó el damnificado por el atraco, que destacó que le llamó la atención que el ladrón fuera tan educado durante su actuación y que no fuera agresivo.

Los encuentros de justicia restaurativa entre internos que han cometido delitos graves y víctimas directas se llevan a cabo en España desde el año pasado. Instituciones Penitenciarias impulsó en 2016 el programa, pero inicialmente comenzó con penas leves y medidas alternativas a la cárcel como trabajos en beneficio a la comunidad y víctimas indirectas como asociaciones. Personas que habían cometido infracciones de tráfico, por ejemplo, se entrevistaban inicialmente con agrupaciones de víctimas, por ejemplo.
 
En 2020 empezaron los encuentros entre atracadores, ladrones y delincuentes que tenían penas más elevadas y sus víctimas directas. El relatado es el segundo que tiene lugar en la prisión de Burgos. La poca experiencia, de momento, según explica Domingo, muestra que "las víctimas tienen menos deseo de venganza que la propia sociedad".

Publicado el Viernes, 5 de Febrero de 2021

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